Extramuros de la antigua villa medieval, orientada desde el antiguo portal grande hacia el norte y limitada a poniente por el río, se abre desde principios del siglo XVII la plaza del Olmo, el espacio que hoy conocemos como Plaza de la Generalitat.
Testigo de civilizaciones pasadas, centro político y religioso del antiguo municipium romano de Allon, mercado, lugar público de reuniones y ejecuciones, espacio ritual, cruce de caminos, centro de la ciudad. La que desde 1980 se denomina Plaza de la Generalitat y antes del Olmo, San Agustín, de la Constitución, de la República y de Nueva España, es, a pesar de haber perdido el uso de antes, todavía hoy el centro geográfico de la moderna ciudad de la Vila Joiosa.
El foro de la ciudad romana de Allon
Las excavaciones arqueológicas en la zanja del colector de pluviales en 2012 nos han permitido conocer algo más este espacio público en época romana. Sabemos con certeza, por la acumulación de estratos arqueológicos de diferentes civilizaciones, que la plaza de la Generalitat es 3,20 metros más alta ahora que hace 2000 años. A esta profundidad tenemos los suelos ibéricos. El cerro del casco antiguo estuvo ocupado al menos desde el s. VII a. C. hasta la época tardorromana, y por lo tanto, la plaza en la época ibérica ya era la entrada a una población al menos tan grande como la ciudad amurallada medieval.
La ciudad ibérica también tenía ya una muralla que daba a la plaza de la Generalitat. En época romana, la ciudad crece y la plaza pública (forum) se construye en la plaza, fuera del viejo núcleo ibérico, que sigue ocupándose. En un lado de ese foro se accedería a las monumentales termas públicas de la calle Canalejas, un enorme edificio construido hacia el finales del siglo I con motivo de la promoción a municipium de Allon.
También tenemos que imaginar en esta plaza una curia (Ayuntamiento, que probablemente haría también las funciones de palacio de justicia) y al menos un templo, precedente del que pasando los siglos se dedicaría a San Pedro, Santa Marta y San Antonio como parte del convento de los Agustinos. De estos edificios romanos todavía no hemos encontrado restos. A la plaza entraba el camino que cruzaba el río en época ibérica y romana por la bajada de Costes, y desde la plaza subía el camino que iba a l’Alcoià, del cual se separaba un ramal hacia Benidorm y Altea en la Creueta. El convento cerraba la plaza y el camino tenía que subir hasta la Creueta (y desde allí enfilaba el camino viejo de Benidorm) porque detrás del convento había diferentes barrancos que impedían el paso por el que hoy es la Avenida del País Valenciano, hasta que se terraplenó en la II República para el nuevo trazado de la carretera nacional.
Casi la mitad de esos 3,20 metros (1,70 m) son rellenos que se hicieron intencionadamente hacía finales del siglo I, coincidiendo con la concesión por el emperador Vespasiano hacia 73/74 del estatuto de municipium de Allon, la ciudad romana de la Vila Joiosa, una de las 9 ciudades romanas de la Comunidad Valenciana. Estos rellenos creaban una plataforma horizontal sobre la cual construir el foro romano.
También se ha encontrado en la plaza el inicio de una calzada que bajaba hacia los grandes almacenes del puerto marítimo romano, la actual plaza de San Pedro. La última vez que esta calzada se pavimentó fue en el s. III, porque en el s. IV las élites locales se trasladaron a vivir al campo abandonando sus responsabilidades políticas y desatendiendo las obras públicas.
La Plaza del Convento
La gente mayor todavía recuerda hechos y gentes de aquella plaza cerrada a levante por el antiguo convento de los padres Agustinos. La parada de taxis y autobuses. El mercado de los jueves. Losmoros y cristianos desfilando y luchando para tomar el castillo en fiestas. El guardia urbano sobre un pedestal en el centro dirigiendo el tráfico. La fuente de cuatro chorros de hierro forjado situada al lado izquierdo del convento. La estatua del doctor José Maria Esquerdo en el medio. La tienda almacén de José Buades frente a la mencionada fuente. La casa del Pòsit y el cuartel de los guardias en la subida a la iglesia. La Barbería de Morell, la tienda del tio Quico el Peregrino, la carnicería de Ramón el Moreno y la pescadería siguiendo dirección a la Costera de la Mar. La escuela de párvulos, la prisión del distrito y los restos del convento en la parte frontal del torreón. Y entre la calle Limones y el puente la tienda de Tomasa la Farina, la pastelería de Toni el Torroner, el Casino, la casa de las hermanas de Cayetano Aragonés, la posada de Llorca, la tienda de ultramarinos de Patilla y el horno de pan.
Más allá de la memoria, libros y documentos nos hablan de una plaza que tenía doce casas en 1850, de un olmo centenario plantado en medio y que fue arrancado por los franceses el año 1813. De la senda de hilar de Polonia Mayor, situada justo al inicio de la calle Limones. De un convento de Agustinos erigido bajo la advocación de San Pedro Mártir, Santa Marta y San Antonio Abad el año 1607, convertido después de la desamortización de Mendizábal en 1836 en prisión y sala de audiencias y derrocado cien años después para abrir la carretera nueva de Valencia, la actual avenida del País Valencià. Y de una antigua escuela de gramática latina en la desaparecida capilla de Santa Marta, que se encontraba ubicada sobre el portal de entrada a la villa desde la plaza y que fue demolido a principios del siglo XIX.
Hoy, después de varias reurbanizaciones, la antigua Plaza del Olmo es todavía el espacio más transitado tanto a pie como en coche de la ciudad: acceso a la Vila Vella, a las calles del centro y al Poble Nou, bajada a la playa. Pero difícilmente, por la evidente pérdida de funcionalidad, volverá a ser aquel espacio público, aquella plaza del pueblo que durante tanto de tiempo fue.
Fotos del proyecto Carrers de Vila en Flickr: http://www.flickr.com/photos/115557874@N02/
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